Ahora que se acerca la primavera es normal que nos planteemos pasar más tiempo en la terraza o en el jardín de nuestra vivienda. La cuestión es que, aunque se está muy bien al aire libre, es necesario tener un espacio que nos proteja durante la horas de más sol o cuando refresca. Una de las opciones son las carpas y las pérgolas.
Dos conceptos que a veces se usan de manera indistinta y que sin embargo no son cien por cien similares.
Carpas y pérgolas, espacios de protección
Cuando se habla de una carpa se suele hacer referencia a un toldo de gran tamaño que recubre por completo un recinto destinado a un evento especial. Suelen ser espacios no fijos que se instalan de manera provisional para dar una solución de cobertura por ejemplo a una boda, una reunión o actividades deportivas.
Como las carpas, las pérgolas proporcionan un refugio en los espacios habitualmente abiertos. Pero a diferencia de las carpas, las pérgolas son estructuras permanentes destinadas a proteger del sol y del viento.
Pérgolas para jardines y terrazas
La ubicación habitual de las pérgolas suele ser en terrazas de áticos y en jardines y patios. Zonas creadas para estar al aire libre, pero que en determinadas horas y momentos del día pueden necesitar un techo que ayude a crear un ambiente confortable.
Como lo que se desea en estos espacios es disfrutar al máximo del aire libre lo habitual es que sean de techo móvil. Esto es también una diferencia respecto a las carpas que habitualmente su techo es fijo y lo único que se puede abrir y cerrar son las lonas laterales.
En el caso de las pérgolas para jardín y para áticos, dos de las opciones más comunes son pérgolas de toldos y pérgolas bioclimáticas. Dos sistemas que ayudan a controlar la temperatura del habitáculo y conseguir un ambiente agradable para disfrutar de una tarde de primavera.