El sistema bioclimático está ganando terreno en el ámbito de las pérgolas y es normal, porque es una de las estructuras más funcionales del mercado. En una pérgola para jardín este sistema va a permitir que se disfrute de este espacio durante los 365 días del año.
Características del sistema bioclimático
Una de las principales diferencias de una pérgola de jardín con sistema bioclimático es que se dispone de pleno control sobre la cubierta. La pérgola bioclimática está hecha con lamas de aluminio que se pueden recoger por completo dejando el techo totalmente descubierto. Pero también se puede cambiar su orientación y el grado de inclinación de las lamas. Esta es la mayor novedad frente a otros sistemas de protección.
Al poder variar la inclinación de las lamas entre 0 y 135 grados se puede controlar la entrada de aire para disponer en todo momento de una correcta ventilación. Además, abriendo o cerrando más o menos las lamas se ajusta la temperatura que se quiere para el interior. Esto permite ahorrar energía ya que no hará tanta falta recurrir a sistemas de ventilación y/o calefacción adicionales. Es decir, de manera natural se consigue una temperatura agradable y un habitáculo confortable.
El manejo de la cubierta de la pérgola de jardín bioclimática puede automatizarse. De esta manera es más fácil y preciso su manejo, por ejemplo incluyendo sensores de intensidad de luz, de calor y de lluvia. Gracias a esta tecnología se logra sacar el máximo rendimiento a las instalaciones.
Una pérgola de jardín que amplía los metros de tu casa
Comprar una pérgola de jardín con sistema bioclimático es una buena inversión. Se puede abrir el techo, regular la inclinación de las lamas y también cerrarlo por completo. Está diseñado para proporcionar una cubierta hermética que aísla de la lluvia e incluso de la nieve.
Dispone de sistemas de drenaje del agua para garantizar la confortabilidad en todo momento. De manera que sea la época del año que sea y haga el tiempo que haga se puede hacer vida en el jardín. Esto supone aumentar los metros cuadrados habitables de una vivienda y poder destinar ese espacio del jardín a zona para comer, una sala de juego para los más pequeños, un despacho privilegiado para teletrabajar o simplemente, un rincón para relajarse y no hacer nada.